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domingo, 26 de agosto de 2012


LA PERSEVERANCIA DE UN HOMBRE
Autor: Agustín González   Nivel: 11° B

      -¡Hola! Mi nombre es  Ryan Wolf soldado y ahora General de las fuerzas armadas de los Estados Unidos; a continuación les narraré la historia de un hombre con un corazón luchador, sin temor a la muerte y dispuesto a servir a su nación.
       Esta es la historia de un hombre llamado Martin Evans, el cual un día decido enlistarse en el ejército de los Estados Unidos.
       Martin y yo éramos muy buenos amigos, desde la infancia nuestros padres nos colocaron en el mismo colegio y en la misma clase, así a medida que crecíamos nuestro vínculo de amistad fue creciendo.
         Cierto día a Martin se le ocurrió la idea de honrar a su nación sirviéndole en el ejército, fue una estupenda idea y a la vez estúpida, yo quise apoyarlo y también entre, me sentía orgulloso ya que serviría a mi país de todo corazón; pero lo hice sin saber la vida horrible que tendríamos que pasar a partir de allí y el trágico final para algunos de mis camaradas, que ya habían entrado.
        Martin había entrado a la unidad de paracaidistas y yo a la de infantería, mi propósito era ser uno de los mejores estrategas y llegar a dirigir las misiones más importantes que tuviera el ejército.
         Un día tras largos meses de duro entrenamiento Martin recibió la noticia de que sería entrenado por algunos de los oficiales de mayor rango; el Capitán Foley y el sargento Moody se encargarían de la culminación de su entrenamiento.
Bitácora
Estas fueron algunas de las palabras escritas por  Martin antes de partir a su primera misión.

9 de agosto, 1942
Campamento Toccoa, Georgia.

       Mañana habrá más marchas, y luego circuito de obstáculos con el capitán Foley y entrenamiento de armas con el sargento Moody. Todos están muertos de cansancio. Otro tipo fue destinado ayer devuelta a su unidad.
Le suplicó al sargento que le dejara quedarse.
Mi unidad, el regimiento 506 de paracaidistas es una unidad de voluntarios. Tengo suerte de servir con esta gente. No quisiera tener a alguien más vigilándome las espaldas.
       Nuestros oficiales nos instruyen constantemente. Llevo meses entrenando y todavía no he saltado de un avión, eso es algo que espero con ansias, solo quiero que ese momento llegue pronto. El ejército no había tenido antes una unidad aerotransportada, y eso hace que el mando se ponga nervioso, y lo que pone nervioso al mando nos hace entrenar aún más fuerte, llevándonos al agotamiento total.

5 de junio, 1944 – 18:00 horas
Greenhan Common, Inglaterra
         En cerca de tres horas estaré en Normandía para una de las misiones más importantes de mi vida la Operación Overlord por mar y tierra, tal vez sean mis últimas palabras, aun no lo sé, solo le pido a Dios que me proteja y que con garra y valentía pueda vencer al enemigo.
       Como uno de los exploradores de mi unidad, aterrizaré por delante de las fuerzas aerotransportadas. Los exploradores aterrizan antes que la fuerza principal, y colocan señales en los campos de aterrizaje para guiar a los pilotos y al resto de los paracaidistas.
          El mando está mandando primero al aerotransportado, en las primeras horas de la mañana, para proteger los flancos de la playa Utah. Con las primeras luces, la fuerza principal de la invasión desembarcara en las playas.
        Durante semanas, la fuerza entera de invasión, más de 175,000 hombres, ha estado recluida, prohibiéndose el contacto con nadie del exterior, y sin nada que hacer salvo memorizar mapas y planes de batalla. Estamos todos deseosos de llegar  a Francia.
        Hace unas pocas horas, el general Eisenhower nos visitó. Si todo esto sale bien, los alemanes se van a llevar una sorpresa endiablada. Esas fueron palabras que Martin dejó  plasmadas en un cuaderno antes de partir.
       Recuerdo que en ese entonces yo empezaba a dirigir las primeras misiones, no eran la gran cosa, pero al menos estaba dando el primer paso.
El día en que partió Martin a su misión yo le dije:
—Amigo de mi alma, ten cuidado.
El respondió:
—Descuida lo tendré.
Y así Martin se dirigía a su misión.
         Al cabo de barias horas Martin se encontraba en Francia; éste es su relato: Cuando llegué a Francia el aerotransportado me dejó  descender en un lugar cerca del enemigo, lo primero que tenía que hacer era encontrarme con el Sargento Heat, para mi sorpresa cuando lo encontré ya había sido víctima del flanqueo enemigo, lo encontré enredado en su paracaídas colgando de un árbol… muerto.
          Tome su bolsa, sabía que tenía que emplazar el dispositivo de radio que el Sargento no pudo, estando cerca del lugar encontré una barricada enemiga, sólo eran dos soldados, algo fácil de controlar, con mucha certeza disparé a los alemanes… ambos cayeron, llegué donde estaban, recogí sus armas y las escondí, de inmediato fui y emplacé el dispositivo de radio, todo estaba listo, recibí ordenes de proteger el área de descenso de los demás paracaidistas, en cuanto llegaron sin dudarlo se desato un infierno, balas iban y balas venían, el estallido de las granadas era ensordecedor, algunos de mis camaradas cayeron sin haber disparado su arma, fue algo lamentable verlos allí y no poder ayudarles, pero las circunstancias no eran aptas para tales cosas.
            El Sargento Moody y el Capitán Foley acompañaban en la misión, me habían ordenado que me abriera paso por el pueblo más cercano y así llegara donde estaban mis demás compañeros. Ya habiendo descendido todos los paracaidistas solo nos quedaban dos opciones luchar y ganar o morir en el intento. Ya habiendo cruzado por St. Merey Eglise, el cual era el pueblo más cercano, teníamos que derribar el flanqueo enemigo concentrándonos en los nidos de ametralladoras y los enormes tanques de guerra que derribaron a muchos de nuestros aviones.
       Para nuestra sorpresa estaban esperándonos con campos de minas y algunas otras trampas, pero eso no fue impedimento para que nuestra unidad lograra pasar. Pudimos vencerlos solo restaban los enormes tanques. Encontramos una vieja iglesia la cual estaba ubicada a espaldas de los tanques, uno de mis compañeros el Soldado Kiuth y yo nos ubicamos como francotiradores listos para derribar y hacer estallar esos tanques, sólo esperábamos la orden, el Sargento Moody esperaba el momento indicado, mi compañero el soldado Kiuth se encontraba algo nervioso y sin querer disparó su arma, los alemanes se dieron cuenta y se abalanzaron sobre nosotros descargando todas sus municiones, el Capitán Foley con sus años de experiencia y su increíble astucia pudo arrojar una bomba hacia uno de los tanques, en solo un momento se escuchó el estallido del tanque… —uno menos dijo el Sargento Moody.
       Después de eso seguimos avanzando y llegamos donde se encontraban los otros dos tanques. Esta vez tenía que salir todo perfecto, de lo contrario sería nuestra última noche… el Sargento y yo avanzamos sin que los tanques nos vieran, pudimos colocar las bombas, para cuando los alemanes se dieron cuenta ya era muy tarde.
        Esa noche salimos victoriosos, el Capitán Foley mandó a que nos reuniéramos en un lugar seguro, estando allí nos dijo:
      —Para aquellos que sea su primera vez en combate créanme que esto es como tener sexo, jamás olvidas tu primera vez, para los que ya lo han hecho antes les aseguro que no han visto nada, ya que esto apenas empieza. Bien, ahora vallan, duerman  y descansen, pues a no ser que me equivoque tendremos una mañana agitada.
       A la mañana siguiente, muy temprano se escuchó un estallido, eran los morteros alemanes que se dirigían hacia nosotros. – ¡Vienen los alemanes! Grito uno de los Soldados, de inmediato todos despertamos; en la noche el capitán había tenido comunicación con los cuarteles generales y con Mayor Wolf; Wolf se había comunicado con el Capitán Foley para darle instrucciones que venían del general, después de haberle dado las instrucciones Wolf preguntó:
— ¿Cómo se encuentra el soldado Martin?
El capitán respondió:
—Por Martin no te preocupes, se encuentra bien.
El capitán dio la siguiente orden:
—¡¡Detengan a esos alemanes y hagan estallar a esos malditos tanques!!
Todos los soldados empezaron a avanzar, el miedo era evidente en sus rostros, pero de algo estaban seguros, no morirían en vano.
      Yo me ubiqué junto al Sargento Moody en una pequeña calle del pueblo, estábamos seguros de que allí derribaríamos a gran parte de los alemanes, pero estando allí sin saberlo cinco soldados alemanes se ubicaban a nuestras espaldas listos para disparar, el Sargento se percató de ello, dio media vuelta y me grito: ¡¡Evans al suelo.!! Pero en cuestión de segundos lo vi morir, las balas atravesaban su cuerpo… en ese momento entre en total desenfreno, me levanté corrí hacia donde estaban los malditos nazis, y sin importar mi vida los flanqueé, uno de ellos esperaba que yo reaccionara así y por eso se había ubicado en lo alto de una casa, sólo escuché el disparo, el maldito hiriéndome en una pierna desde lo alto de ese techo se reía.
      En ese momento pensé que hasta allí viviría, que ese sería mi última mañana y que sería la última vez que vería el amanecer; en ese momento uno de los soldados me vio derribado le señalé donde estaba el enemigo y el con tiro certero mató al alemán.
      El soldado corrió a ayudarme, me vendó la pierna y continué, yo tomé el arma del Sargento y me dispuse a matar a cualquiera que se cruzara en mi camino, la orden que se me había dado era destruir los tanques y hacer estallar los cuarteles nazi.
      De repente, el Capitán recibió una llamada, era el Mayor Wolf quien estaba pidiendo permiso para unirse a la misión, el capitán aceptó, Wolf dijo que el llegaría con refuerzos, ya que nuestra compañía estaba desertando, hasta entonces deberíamos contener a los alemanes en un perímetro alejados de nosotros.
      Pasaron tres extenuantes horas hasta que por fin llegaron los refuerzos junto con el Mayor Wolf, me dio gusto volver a ver  mi amigo después de tanto tiempo, él y yo tomamos la misión que no pude completar con el Sargento Moody. Eso es parte de lo que hasta entonces había vivido el Soldado.
      Creo que ahora continuaré con el relato de esta historia.
      Martin seguiría las órdenes que yo le daría, al verlo con una pierna casi rota le dije que abandonara la misión, pero él me respondió:
—Ja ja ja ja… Wolf, amigo mío, ¿No crees que es algo tarde para eso? El que tenga una pierna vendada no significa que todo haya terminado para mí, esto apenas empieza.
Yo le dije:
—¡¡Bueno, en marcha!!

Y así Martin y yo nos dirigíamos hacia el centro de toda la catástrofe, pronto nos vimos frente a las balas enemigas, sin poder movernos sólo cubiertos por una pared estábamos expuestos a un ataque.
      Rápidamente, pedí fuego de cobertura para poder pasar entre el fuego enemigo, los muchachos lo hicieron, pudimos pasar, ya estando cerca de los cuarteles una bala perdida destrozó mi antebrazo derecho, yo caí, Martin intentó ayudarme; pero era poco lo que podía hacer, con fuerzas me puse de pie y logramos entrar a los cuarteles, allí dentro nos esperaba un arsenal completo, pero solo había un objetivo destruir toda esa base y nuestra misión sería toda un éxito. Estando adentro Martin tomó por sorpresa al soldado que custodiaba la entrada y lo asesinó.
       Dentro un soldado alemán había estado viendo todos nuestros movimientos y aviso a los demás. Escuché un disparo, a Evans le habían herido en el hombro, yo traté de cubrirlo, pero él a pesar de todo se levantó caminó y disparó contra los nazis, yo tan sólo con una mano apenas podía controlar el arma. Evans cargaba unas cuantas granadas, tomó dos y las arrojó hacia donde estaban esos alemanes, ellos murieron, teníamos el camino libre.
       Estando a sólo metros de nuestro objetivo, Evans se adelantó sin saber el riesgo que afrontaba; yo le cubría la espalda, la puerta donde estaban encerrados los alemanes estada cerrada, Martin la pateó y disparando contra los alemanes que allí estaban… entró, unos soldados alemanes se cubrieron y dispararon contra nosotros hirieron de gravedad a Evans también me dispararon en una pierna, yo caí, logré arrastrarme y ponerme a salvo, no así Evans que aún permanecía en medio del fuego enemigo y herido de gravedad; Evans desde donde estaba me gritó:
— ¡¡Wolf, huye de aquí!!— Yo me encargo de esto.
—¡¡Evans, maldición, sal de allí ¡!—Yo le respondí.
       Me sorprendió que Evans aún mal herido, se puso de pie, ese era el corazón de un soldado dispuesto a dar la vida por su nación… yo corrí a auxiliarlo, me arrojé hacia donde estaba tirado, logró pararse en ese instante lo esperaba un fusilero que apuntándole le disparó en el pecho; estaba seguro de que Evans no resistiría mucho, pero aun así logro disparar su arma yo trate de cubrirlo, pero eran demasiados, también me hirieron.
De repente vi a Evans tirado en el suelo con una de las bombas que debíamos colocar en ese cuarto; él me dijo:
— ¡¡.Wolf, huye de aquí!!
      Solo vi cuando le quitó el seguro a la bomba solo tenía unos minutos, yo salí como pude, de repente. el fuerte estallido de la bomba me arrojó a metros de distancia, me encontraba aturdido por el sonido.
Todo estaba hecho, gracias a Evans pudimos culminar con éxito nuestra misión; recuerdo las últimas palabras de Evans hacia mí antes de entrar a la misión, me dijo:
— Wolf, hoy será el mejor día, ya verás que saldremos victoriosos de esto.
       Así, al final de ese día, lamentaba la pérdida de mi mejor amigo, pero me demostró que vale más mantener una buena amistad antes que perderla. Ese soldado demostró que sin importar la circunstancia honraría a su patria.
Esta fue la historia de un soldado sin igual. El soldado Martin Evans.


BIOGRAFÍA DEL  AUTOR

AGUSTÍN GONZÁLEZ , nació un 25 de noviembre de 1995 en la Ciudad de David, hijo de Osvaldo Rodríguez y Herminia Rodríguez.
Realizó sus estudios primarios en la Escuela Antonio Anguizola. Sus estudios de pre media los realizó en el P.C Arturo Daniel Motta. Actualmente reside en Santa Lucía – Remedios.
Cursa el XIºB del bachiller en ciencias del Colegio Secundario de Las Lajas.
Obtuvo el primer lugar en dibujo a nivel del P.C Arturo Daniel Motta. Pertenece al Conjunto Folclórico del Colegio Secundario de Las Lajas.
Su pasatiempo   favorito es  jugar baloncesto.
Una de sus  grandes metas propuestas es llegar a ser un excelente profesional en el área de la medicina

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