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jueves, 2 de agosto de 2012


AMOR, SUEÑOS Y DESEOS
Patrick Carrera
Nivel: VIII° B

Hace mucho tiempo, antes de que llegaran los colonizadores, existió una pequeña y humilde aldea de Gunhaníes en el centro del corazón de la Selva Amazónica. Era una tribu de indios dedicados a labores agrícolas, a la caza de animales, la pesca y recolección de frutos silvestres.
 En esa tribu vivía una familia  muy humilde, sencilla y unida.
La  hija menor de esa familia esperaba un bebé y muy pronto iba a dar a luz.
Pasaban los días y, una noche de lluvia y tormenta, llegó el momento del parto.
Pasaron horas y horas. Estaban desesperados, hasta que a las ocho de la noche, nació el niño tan esperado por la familia.
  _ ¡Qué niño tan hermoso tuviste, felicidades! _ le dijo a la madre del niño, la curandera y la partera del pueblo.
  _ ¡Quiero ver a mi hijo, tráiganmelo! _suplicaba y suplicaba, Natividad, la india que había dado a luz.
_Ten a tu hijo, le dijo la partera, dándoselo en sus brazos, y meciéndolo se durmió y paró de llorar.

Como  Dios tenía destinada la vida del niño, la de su familia y la del pueblo, lo bendijo y  creó  una pequeña canica de color amarillo poderoso; ésta tenía el poder de cumplir los deseos más  anhelados de las personas.
 Al día siguiente, la madre y el padre del niño, lo presentaron al jefe de la tribu y al sacerdote del pueblo.  _ Y bien, ¿Cómo se llamará el pequeño?, preguntó el sacerdote a los padres del niño.
  _Bueno, hemos decido que se llamará Adrás,   respondió la madre a los dos, dándoselo al sacerdote; y éste lavó la cara del pequeño, en el riachuelo; este ritual tenía como significado: ”Que así se llamará, se cumplirá y se aceptará”. Terminada la ceremonia, el sacerdote bendijo a la familia y a Adrás, pidiéndole al creador que tuviera una vida, un desarrollo y un crecimiento saludable y satisfactorio.
  Adrás creció y se convirtió en un niño  inteligente, sociable y amable.

Pasaron los años, y Adrás llegó a la edad de diez años. Todos eran felices, porque, poco a poco, iba creciendo, tanto física como intelectualmente;  y siguió siendo educado por sus padres y abuelos.
 Una noche, después de las nueve, Adrás se quedó dormido y empezó a soñar…
Al día siguiente, Adrás  recorría, con sus dos hermanos mayores,  Eaddrim y Edram, los senderos del pueblo. Esto sirvió de pretexto para que Adrás no se diera cuenta  que le iban a celebrar su cumpleaños número once.
 Cuando retornó de su paseo, sólo se escuchaba en todas partes y rincones del pueblo ¡Feliz Cumple Adrás!
 Para él era un día especial, porque a los once años los niños pasan de la niñez a la pubertad o pre-adolescencia.
 Adrás caminaba por los alrededores del pueblo, caminos que le enseñó Eaddrim y Edram, sus hermanos;  al llegar al Árbol  Vuettlcot (Árbol de la Sabiduría, según los Gunhaníes), encontró en él, una pequeña canica de color amarillo prendido  con un áurea  poderosa. Adrás, sintiéndose el chico más afortunado, dijo: _ ¡Qué linda canica! ¿Para qué servirá? se preguntó.
 De repente, una voz dulce dijo: _ ¡Pide un deseo!
  Y Adrás, de muy bien mandado, con mucho valor, alzando la canica al cielo, gritó: _ ¡Ojalá pudiera descubrir mi mundo, conocer el verdadero amor y ser feliz!

 La canica se apagó y no ocurrió nada. Adrás enojado dijo con gesto de mal humor: _ ¡Esto  no sirve!,  agarró la canica y la lanzó con furia lo más lejos que pudo.
 En la noche, Adrás empezó a soñar. Veía  un pueblo igual al suyo, y entonces escuchó una explosión: _ ¡Noooooo!_  gritó Adrás, sudando frío  todo su cuerpo. Su madre se despertó asustada y le preguntó: _ ¿Qué te pasó hijo?
  _Madre, le  respondió Adrás-, va a explotar, se va incendiar, no quiero que pase…
 Pasaron muchos días, después de aquel sueño terrible. Y una tarde de tormenta se comentaba en el pueblo que en la sierra se veían grandes nubes de humo.
Los guerreros Gunhaníes fueron a inspeccionar lo que sucedía.
  Pasadas las horas, llegaron acompañados de una muchacha de once años. El Jefe le preguntó lo que había sucedido y ella, con lágrimas en los ojos, le respondió con tono de llanto y tristeza: _ Mi pueblo señor, fue destruido y ha quedado en ruinas. No sé exactamente, pero estaba afuera jugando, vi y escuché una explosión. Perdí a mis padres en ese suceso, salí corriendo y me encontré con los guerreros. En ese momento, Adrás recordó el sueño, sus ojos se llenaron de lágrimas, huyó de la choza lo más rápido posible y se encerró en su cuarto.

 No salió de su cuarto en dos días y después buscó a la niña y la cuestionó: _ ¿Cómo te llamas?
  _ Me llamo Venus Cna’ y ¿vos? le preguntó. _ Yo me llamo Adrás.
    Yo soñé lo que le pasó a tu pueblo  le dijo, con ganas de llorar.
  -Está bien, ¡Quiero ser tu amiga! Le dijo Venus con una sonrisa.
  _ ¡¡¡Sííííí!!! – gritó con alegría. Desde ese día fueron los mejores amigos.
 En la aldea, empezó a escasear  el alimento, no había agua y la pesca no era satisfactoria y esto  causó que el pueblo estuviera en crisis.
Transcurrió el tiempo, los chicos crecieron, llegaron a los diecisiete años y eran muy felices, a pesar de las adversidades.
 Un día soleado, Venus caminaba por los senderos  del pueblo, llegó a las riberas del río Amazonas y encontró la pequeña canica de color amarillo claro y agarrándola exclamó: _ ¡Qué hermosa canica!, ¿Para qué servirá?
 Una voz suave y pasajera le susurró el oído: _ ¡Pide un deseo!  Ella muy contenta agarró la canica, la alzó y dijo: _ ¡Ojalá  pudiera descubrir mi mundo, conocer el verdadero amor y ser feliz! Luego agarró la canica y la dejó en el Árbol  Vuettlcot.

  Al día siguiente, el pueblo pasó de la escasez a la abundancia, siendo un pueblo rico y bendecido.

 Pasó un año tan rápido como a pájaro que se lleva el viento. Los muchachos llegaron a ser adultos, pasaron de amigos a ser novios. Se comprometieron  y se casaron bajo  las leyes del pueblo. Prometieron amarse hasta que fueran ancianitos.

  Una tarde, Adrás y Venus, caminaban y llegaron al Árbol  Vuettlcot y encontraron esa pequeña canica, pero de color blanco amarillento.

Con los ojos llorosos, Adrás y Venus, la agarraron y gritaron: _ ¡Gracias por hacerme conocer mi mundo,  el verdadero y sincero amor y ser  felices por siempre!

  Al instante, la canica se tornó de un color blanco celestial y apareció un ángel diciendo: Su amor fue bendecido por el Señor de los Cielos. Ámense y sean felices por siempre.

   _ ¡Adrás, Adrás, despierta!- le gritaba Venus moviéndole el pie.

   Levantándose y estirándose le preguntó a Venus: _ ¿Todo esto fue un simple sueño?

   _No, lo que soñaste era tu vida y la mía… ¡aaaaah! Y la de nuestros hijos también, le respondió Venus.

   _ Sí papá les dijo sus dos hijos Rick y Adrás…

   Y vivieron felices por siempre y para siempre como una familia normal y bendecida por Dios.  

   Así concluye la historia de la aldea de Gunhaníes, del amor de Adrás Als y Venus Cna’ y la canica de los deseos…
                                          Al fin y al cabo...
                                          Este cuento se ha acabado…            
    
FIN



BIOGRAFÍA DEL AUTOR
Patrick Roriel Carrera Morán, nació el 22 de julio de 1998 en el Hospital José Domingo de Obaldía en David, Chiriquí. Actualmente vive en Santa Cruz, corregimiento del distrito de San Félix.
Desde pequeño fue un chico muy aplicado y le ha gustado estudiar. Fue el primer puesto de la Escuela de Santa Cruz desde el primero hasta el sexto grado con promedio de 4.9. Siempre le ha gustado escribir poesías, además le gusta leer libros interesantes, escuchar música, principalmente, baladas y bachatas, ver televisión y los deportes.
Su meta  más anhelada  es llegar  a ser un pediatra, viajar por países europeos, ya sea, Italia o Grecia y escribir una obra literaria.


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