AMOR, SUEÑOS Y DESEOS
Patrick Carrera
Nivel: VIII° B
Hace mucho tiempo,
antes de que llegaran los colonizadores, existió una pequeña y humilde aldea de
Gunhaníes en el centro del corazón de la Selva Amazónica. Era una tribu de
indios dedicados a labores agrícolas, a la caza de animales, la pesca y
recolección de frutos silvestres.
En esa tribu vivía una familia muy humilde, sencilla y unida.
La hija menor de esa familia esperaba un bebé y
muy pronto iba a dar a luz.
Pasaban los días y,
una noche de lluvia y tormenta, llegó el momento del parto.
Pasaron horas y
horas. Estaban desesperados, hasta que a las ocho de la noche, nació el niño
tan esperado por la familia.
_ ¡Qué niño tan hermoso tuviste, felicidades!
_ le dijo a la madre del niño, la curandera y la partera del pueblo.
_ ¡Quiero ver a mi hijo, tráiganmelo!
_suplicaba y suplicaba, Natividad, la india que había dado a luz.
_Ten a tu hijo, le
dijo la partera, dándoselo en sus brazos, y meciéndolo se durmió y paró de
llorar.
Como Dios tenía destinada la vida del niño, la de
su familia y la del pueblo, lo bendijo y
creó una pequeña canica de color
amarillo poderoso; ésta tenía el poder de cumplir los deseos más anhelados de las personas.
Al día siguiente, la madre y el padre del
niño, lo presentaron al jefe de la tribu y al sacerdote del pueblo. _ Y bien, ¿Cómo se llamará el pequeño?,
preguntó el sacerdote a los padres del niño.
_Bueno, hemos decido que se llamará
Adrás, respondió la madre a los dos,
dándoselo al sacerdote; y éste lavó la cara del pequeño, en el riachuelo; este
ritual tenía como significado: ”Que así se llamará, se cumplirá y se aceptará”.
Terminada la ceremonia, el sacerdote bendijo a la familia y a Adrás, pidiéndole
al creador que tuviera una vida, un desarrollo y un crecimiento saludable y
satisfactorio.
Adrás creció y se convirtió en un niño inteligente, sociable y amable.
Pasaron los años, y
Adrás llegó a la edad de diez años. Todos eran felices, porque, poco a poco,
iba creciendo, tanto física como intelectualmente; y siguió siendo educado por sus padres y
abuelos.
Una noche, después de las nueve, Adrás se
quedó dormido y empezó a soñar…
Al día siguiente, Adrás recorría, con sus dos hermanos mayores, Eaddrim y Edram, los senderos del pueblo.
Esto sirvió de pretexto para que Adrás no se diera cuenta que le iban a celebrar su cumpleaños número
once.
Cuando retornó de su paseo, sólo se escuchaba
en todas partes y rincones del pueblo ¡Feliz Cumple Adrás!
Para él era un día especial, porque a los once
años los niños pasan de la niñez a la pubertad o pre-adolescencia.
Adrás caminaba por los alrededores del pueblo,
caminos que le enseñó Eaddrim y Edram, sus hermanos; al llegar al Árbol Vuettlcot (Árbol de la Sabiduría, según los
Gunhaníes), encontró en él, una pequeña canica de color amarillo prendido con un áurea
poderosa. Adrás, sintiéndose el chico más afortunado, dijo: _ ¡Qué linda
canica! ¿Para qué servirá? se preguntó.
De repente, una voz dulce dijo: _ ¡Pide un
deseo!
Y Adrás, de muy bien mandado, con mucho
valor, alzando la canica al cielo, gritó: _ ¡Ojalá pudiera descubrir mi mundo,
conocer el verdadero amor y ser feliz!
La canica se apagó y no ocurrió nada. Adrás
enojado dijo con gesto de mal humor: _ ¡Esto
no sirve!, agarró la canica y la
lanzó con furia lo más lejos que pudo.
En la noche, Adrás empezó a soñar. Veía un pueblo igual al suyo, y entonces escuchó
una explosión: _ ¡Noooooo!_ gritó Adrás,
sudando frío todo su cuerpo. Su madre se
despertó asustada y le preguntó: _ ¿Qué te pasó hijo?
_Madre, le
respondió Adrás-, va a explotar, se va incendiar, no quiero que pase…
Pasaron muchos días, después de aquel sueño
terrible. Y una tarde de tormenta se comentaba en el pueblo que en la sierra se
veían grandes nubes de humo.
Los guerreros
Gunhaníes fueron a inspeccionar lo que sucedía.
Pasadas las horas, llegaron acompañados de
una muchacha de once años. El Jefe le preguntó lo que había sucedido y ella,
con lágrimas en los ojos, le respondió con tono de llanto y tristeza: _ Mi
pueblo señor, fue destruido y ha quedado en ruinas. No sé exactamente, pero
estaba afuera jugando, vi y escuché una explosión. Perdí a mis padres en ese
suceso, salí corriendo y me encontré con los guerreros. En ese momento, Adrás
recordó el sueño, sus ojos se llenaron de lágrimas, huyó de la choza lo más
rápido posible y se encerró en su cuarto.
No salió de su cuarto en dos días y después
buscó a la niña y la cuestionó: _ ¿Cómo te llamas?
_ Me llamo Venus Cna’ y ¿vos? le preguntó. _
Yo me llamo Adrás.
Yo soñé lo que le pasó a tu pueblo le dijo, con ganas de llorar.
-Está bien, ¡Quiero ser tu amiga! Le dijo
Venus con una sonrisa.
_ ¡¡¡Sííííí!!! – gritó con alegría. Desde ese
día fueron los mejores amigos.
En la aldea, empezó a escasear el alimento, no había agua y la pesca no era
satisfactoria y esto causó que el pueblo
estuviera en crisis.
Transcurrió el
tiempo, los chicos crecieron, llegaron a los diecisiete años y eran muy
felices, a pesar de las adversidades.
Un día soleado, Venus caminaba por los
senderos del pueblo, llegó a las riberas
del río Amazonas y encontró la pequeña canica de color amarillo claro y
agarrándola exclamó: _ ¡Qué hermosa canica!, ¿Para qué servirá?
Una voz suave y pasajera le susurró el oído: _
¡Pide un deseo! Ella muy contenta agarró
la canica, la alzó y dijo: _ ¡Ojalá
pudiera descubrir mi mundo, conocer el verdadero amor y ser feliz! Luego
agarró la canica y la dejó en el Árbol
Vuettlcot.
Al día siguiente, el pueblo pasó de la
escasez a la abundancia, siendo un pueblo rico y bendecido.
Pasó un año tan rápido como a pájaro que se
lleva el viento. Los muchachos llegaron a ser adultos, pasaron de amigos a ser
novios. Se comprometieron y se casaron
bajo las leyes del pueblo. Prometieron
amarse hasta que fueran ancianitos.
Una tarde, Adrás y Venus, caminaban y
llegaron al Árbol Vuettlcot y
encontraron esa pequeña canica, pero de color blanco amarillento.
Con
los ojos llorosos, Adrás y Venus, la agarraron y gritaron: _ ¡Gracias por
hacerme conocer mi mundo, el verdadero y
sincero amor y ser felices por siempre!
Al instante, la canica se tornó de un color
blanco celestial y apareció un ángel diciendo: Su amor fue bendecido por el
Señor de los Cielos. Ámense y sean felices por siempre.
_ ¡Adrás, Adrás, despierta!- le gritaba
Venus moviéndole el pie.
Levantándose y estirándose le preguntó a
Venus: _ ¿Todo esto fue un simple sueño?
_No, lo que soñaste era tu vida y la mía…
¡aaaaah! Y la de nuestros hijos también, le respondió Venus.
_ Sí papá les dijo sus dos hijos Rick y Adrás…
Y vivieron felices por siempre y para
siempre como una familia normal y bendecida por Dios.
Así concluye la historia de la aldea de
Gunhaníes, del amor de Adrás Als y Venus Cna’ y la canica de los deseos…
Al fin y al cabo...
Este cuento se ha acabado…
FIN
BIOGRAFÍA
DEL AUTOR
Patrick Roriel Carrera Morán, nació el 22 de
julio de 1998 en el Hospital José Domingo de Obaldía en David, Chiriquí.
Actualmente vive en Santa Cruz, corregimiento del distrito de San Félix.
Desde pequeño fue un
chico muy aplicado y le ha gustado estudiar. Fue el primer puesto de la Escuela
de Santa Cruz desde el primero hasta el sexto grado con promedio de 4.9.
Siempre le ha gustado escribir poesías, además le gusta leer libros
interesantes, escuchar música, principalmente, baladas y bachatas, ver
televisión y los deportes.
Su meta más anhelada
es llegar a ser un pediatra,
viajar por países europeos, ya sea, Italia o Grecia y escribir una obra
literaria.
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