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jueves, 2 de agosto de 2012



AMIGAS  PARA SIEMPRE
         Elisa y Gisela eran dos chicas, ambas de 15 años e íntimas amigas. Desde la más tierna infancia. Vivían en el mismo pueblo, estudiaban en el mismo colegio, iban a la misma clase... en fin, eran inseparables. Sin embargo, tenían caracteres muy diferentes. Elisa era alegre y extrovertida, mientras que Gisela era muy tímida y callada
Cierto día, Gisela le propuso a Elisa:
— ¿Por qué no hacemos un juramento de sangre?
— ¿Qué?— respondió Elisa.
— Mira, por si algún día perdemos el contacto, juramos que la que muera antes de   nosotras dos,  irá a avisar a la otra—. Añadió Gisela.
— Qué tontería, Gisela, nosotras siempre estaremos juntas.
        Ante la insistencia de Gisela, y entre asombrada y divertida, Elisa  al final aceptó la propuesta.     Ambas se practicaron un corte con una navaja en el dedo índice de la mano derecha, y sellaron el pacto a la luz de unas velas.
       Pasaron los años. Elisa  había terminado sus estudios de derecho, tenía un buen trabajo, una casa preciosa y un marido y un hijo maravillosos. Hacía mucho que no veía a Gisela, la amiga de su juventud, aunque a veces se acordaba de ella cuando se veía la cicatriz de su dedo índice. Al final, la vida les había llevado por caminos distintos y no habían vuelto a verse desde que acabaron el colegio
      Una noche, Elisa  tuvo una horrible pesadilla: iba conduciendo, cuando de repente un camión invadía su carril y chocaba con su coche. Se despertó empapada en sudor, y justo en ese momento, oyó llamar al timbre de la casa. Eran las tres de la madrugada. Miró a su marido, que dormía profundamente a su lado, en ese momento, el timbre volvió a sonar con insistencia. Maldiciendo por lo bajo y preguntándose quién podría ser a esas horas, Elisa  se levantó y fue a abrir la puerta. Cuando abrió la puerta y vio a la mujer que estaba en el porche, abrió la boca, totalmente anonadada. Aunque había cambiado bastante, la reconoció enseguida. Allí, terriblemente pálida, ojerosa y con una enorme herida sangrante en la cabeza, estaba su antigua amiga Gisela
— ¡Por Dios, Gisela! ¿Qué te ha ocurrido? Entra, te curaré esa herida.
— ¡Cuánto tiempo sin vernos!— Gisela  no se movió de donde estaba.
— He venido a cumplir mi promesa, Elisa, he muerto y vengo a decírtelo.
—Elisa  se quedó sin habla.
— Ya que la vida nos ha separado, estaremos juntas en la muerte. Te estaré Esperando—... dijo Gisela—  levantando el dedo índice. Acto seguido, desapareció.
      Elisa  empezó a notar un dolor persistente en su propio dedo índice, al mirárselo descubrió que lo tenía empapado en sangre, como si se le hubiera vuelto a abrir el corte que se hiciera años atrás... Lanzó un alarido estremecedor y cayó desvanecida al suelo.
      Al día siguiente, despertó en su cama y pensó que todo había sido un mal sueño. Encendió el televisor para desayunar, y lo que vio la dejó helada: la noche anterior, a las 3 de la madrugada, había habido un accidente de tráfico: un camión había chocado con un coche, y la conductora del mismo había fallecido en el acto.
     A partir de aquel día, su vida se convirtió en un auténtico infierno. No comía, se olvidaba de recoger a su hijo en el colegio, no rendía en el trabajo... Y todas las noches tenía el mismo sueño, en el cual oía llamar a la puerta, y al abrir veía a Gisela levantando el dedo índice y diciendo "te estaré esperando", tras lo cual siempre se despertaba con un dolor insoportable en su dedo lleno de sangre. Su marido no entendía lo que le estaba pasando, los médicos no encontraban ninguna explicación, y finalmente internaron a Elisa  en un psiquiátrico.  Allí no hizo sino empeorar, ahora en sus pesadillas veía a Gisela  junto a su cama. Una noche, un celador del psiquiátrico oyó un espantoso ruido de cristales rotos que provenía de la habitación de Elisa al entrar en la habitación vio que la ventana estaba rota, se asomó y vio a Elisa tirada sobre la acera en medio de un charco de sangre. Tenía una gran herida en la cabeza y a su lado, en el pavimento, alguien
Había escrito con su sangre: “AMIGAS PARA SIEMPRE”




BIOGRAFÍA DE LA  AUTORA
EVELYN   VERUZCA   RODRÍGUEZ, nació el 17 de abril de 1994 en la ciudad de David, en el Hospital José Domingo de Obaldía.
Reside en el distrito de Remedios, provincia de Chiriquí.
Cursó estudios primarios en La Escuela  Antonio Anguizola. Su Primer Ciclo en el C.E.B.G. Arturo Daniel Motta, distrito de Remedios.
Actualmente, cursa el duodécimo grado, Bachiller en Ciencias,  en el prestigioso plantel Colegio Secundario Las Lajas.
Es hija de Evelyn Denisse de Rodríguez y Luis Alfonso Rodríguez Gálvez.
Sus pasatiempos son: Escuchar música, leer novelas, hablar por teléfono, escribir y componer canciones.
Le gustaría ser una excelente doctora para salvar vidas.


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