LA
PERSEVERANCIA DE UN HOMBRE
Autor: Agustín González Nivel: 11° B
-¡Hola! Mi
nombre es Ryan Wolf soldado y ahora
General de las fuerzas armadas de los Estados Unidos; a continuación les
narraré la historia de un hombre con un corazón luchador, sin temor a la muerte
y dispuesto a servir a su nación.
Esta es la
historia de un hombre llamado Martin Evans, el cual un día decido enlistarse en
el ejército de los Estados Unidos.
Martin y yo
éramos muy buenos amigos, desde la infancia nuestros padres nos colocaron en el
mismo colegio y en la misma clase, así a medida que crecíamos nuestro vínculo
de amistad fue creciendo.
Cierto día
a Martin se le ocurrió la idea de honrar a su nación sirviéndole en el
ejército, fue una estupenda idea y a la vez estúpida, yo quise apoyarlo y
también entre, me sentía orgulloso ya que serviría a mi país de todo corazón;
pero lo hice sin saber la vida horrible que tendríamos que pasar a partir de
allí y el trágico final para algunos de mis camaradas, que ya habían entrado.
Martin
había entrado a la unidad de paracaidistas y yo a la de infantería, mi
propósito era ser uno de los mejores estrategas y llegar a dirigir las misiones
más importantes que tuviera el ejército.
Un día
tras largos meses de duro entrenamiento Martin recibió la noticia de que sería
entrenado por algunos de los oficiales de mayor rango; el Capitán Foley y el
sargento Moody se encargarían de la culminación de su entrenamiento.
Bitácora
Estas fueron algunas de las palabras escritas por Martin antes de partir a su primera misión.
9 de agosto, 1942
Campamento Toccoa, Georgia.
Mañana habrá
más marchas, y luego circuito de obstáculos con el capitán Foley y
entrenamiento de armas con el sargento Moody. Todos están muertos de cansancio.
Otro tipo fue destinado ayer devuelta a su unidad.
Le suplicó al sargento que le dejara quedarse.
Mi unidad, el regimiento 506 de paracaidistas es una
unidad de voluntarios. Tengo suerte de servir con esta gente. No quisiera tener
a alguien más vigilándome las espaldas.
Nuestros
oficiales nos instruyen constantemente. Llevo meses entrenando y todavía no he
saltado de un avión, eso es algo que espero con ansias, solo quiero que ese
momento llegue pronto. El ejército no había tenido antes una unidad
aerotransportada, y eso hace que el mando se ponga nervioso, y lo que pone
nervioso al mando nos hace entrenar aún más fuerte, llevándonos al agotamiento
total.
5 de junio, 1944 – 18:00 horas
Greenhan Common, Inglaterra
En cerca
de tres horas estaré en Normandía para una de las misiones más importantes de
mi vida la Operación Overlord por mar y tierra, tal vez sean mis últimas
palabras, aun no lo sé, solo le pido a Dios que me proteja y que con garra y
valentía pueda vencer al enemigo.
Como uno de
los exploradores de mi unidad, aterrizaré por delante de las fuerzas
aerotransportadas. Los exploradores aterrizan antes que la fuerza principal, y
colocan señales en los campos de aterrizaje para guiar a los pilotos y al resto
de los paracaidistas.
El mando
está mandando primero al aerotransportado, en las primeras horas de la mañana,
para proteger los flancos de la playa Utah. Con las primeras luces, la fuerza
principal de la invasión desembarcara en las playas.
Durante
semanas, la fuerza entera de invasión, más de 175,000 hombres, ha estado
recluida, prohibiéndose el contacto con nadie del exterior, y sin nada que
hacer salvo memorizar mapas y planes de batalla. Estamos todos deseosos de
llegar a Francia.
Hace unas
pocas horas, el general Eisenhower nos visitó. Si todo esto sale bien, los
alemanes se van a llevar una sorpresa endiablada. Esas fueron palabras que
Martin dejó plasmadas en un cuaderno
antes de partir.
Recuerdo que
en ese entonces yo empezaba a dirigir las primeras misiones, no eran la gran
cosa, pero al menos estaba dando el primer paso.
El día en que partió Martin a su misión yo le dije:
—Amigo de mi alma, ten cuidado.
El respondió:
—Descuida lo tendré.
Y así Martin se dirigía a su misión.
Al cabo de
barias horas Martin se encontraba en Francia; éste es su relato: Cuando llegué
a Francia el aerotransportado me dejó
descender en un lugar cerca del enemigo, lo primero que tenía que hacer
era encontrarme con el Sargento Heat, para mi sorpresa cuando lo encontré ya
había sido víctima del flanqueo enemigo, lo encontré enredado en su paracaídas
colgando de un árbol… muerto.
Tome su
bolsa, sabía que tenía que emplazar el dispositivo de radio que el Sargento no
pudo, estando cerca del lugar encontré una barricada enemiga, sólo eran dos
soldados, algo fácil de controlar, con mucha certeza disparé a los alemanes…
ambos cayeron, llegué donde estaban, recogí sus armas y las escondí, de
inmediato fui y emplacé el dispositivo de radio, todo estaba listo, recibí
ordenes de proteger el área de descenso de los demás paracaidistas, en cuanto
llegaron sin dudarlo se desato un infierno, balas iban y balas venían, el
estallido de las granadas era ensordecedor, algunos de mis camaradas cayeron
sin haber disparado su arma, fue algo lamentable verlos allí y no poder
ayudarles, pero las circunstancias no eran aptas para tales cosas.
El
Sargento Moody y el Capitán Foley acompañaban en la misión, me habían ordenado
que me abriera paso por el pueblo más cercano y así llegara donde estaban mis
demás compañeros. Ya habiendo descendido todos los paracaidistas solo nos
quedaban dos opciones luchar y ganar o morir en el intento. Ya habiendo cruzado
por St. Merey Eglise, el cual era el pueblo más cercano, teníamos que derribar
el flanqueo enemigo concentrándonos en los nidos de ametralladoras y los
enormes tanques de guerra que derribaron a muchos de nuestros aviones.
Para nuestra
sorpresa estaban esperándonos con campos de minas y algunas otras trampas, pero
eso no fue impedimento para que nuestra unidad lograra pasar. Pudimos vencerlos
solo restaban los enormes tanques. Encontramos una vieja iglesia la cual estaba
ubicada a espaldas de los tanques, uno de mis compañeros el Soldado Kiuth y yo
nos ubicamos como francotiradores listos para derribar y hacer estallar esos
tanques, sólo esperábamos la orden, el Sargento Moody esperaba el momento
indicado, mi compañero el soldado Kiuth se encontraba algo nervioso y sin
querer disparó su arma, los alemanes se dieron cuenta y se abalanzaron sobre
nosotros descargando todas sus municiones, el Capitán Foley con sus años de
experiencia y su increíble astucia pudo arrojar una bomba hacia uno de los
tanques, en solo un momento se escuchó el estallido del tanque… —uno menos dijo
el Sargento Moody.
Después de
eso seguimos avanzando y llegamos donde se encontraban los otros dos tanques.
Esta vez tenía que salir todo perfecto, de lo contrario sería nuestra última
noche… el Sargento y yo avanzamos sin que los tanques nos vieran, pudimos
colocar las bombas, para cuando los alemanes se dieron cuenta ya era muy tarde.
Esa noche
salimos victoriosos, el Capitán Foley mandó a que nos reuniéramos en un lugar
seguro, estando allí nos dijo:
—Para
aquellos que sea su primera vez en combate créanme que esto es como tener sexo,
jamás olvidas tu primera vez, para los que ya lo han hecho antes les aseguro
que no han visto nada, ya que esto apenas empieza. Bien, ahora vallan,
duerman y descansen, pues a no ser que
me equivoque tendremos una mañana agitada.
A la mañana siguiente, muy temprano se escuchó
un estallido, eran los morteros alemanes que se dirigían hacia nosotros. –
¡Vienen los alemanes! Grito uno de los Soldados, de inmediato todos
despertamos; en la noche el capitán había tenido comunicación con los cuarteles
generales y con Mayor Wolf; Wolf se había comunicado con el Capitán Foley para
darle instrucciones que venían del general, después de haberle dado las
instrucciones Wolf preguntó:
— ¿Cómo se encuentra el soldado Martin?
El capitán respondió:
—Por Martin no te preocupes, se encuentra bien.
El capitán dio la siguiente orden:
—¡¡Detengan a esos alemanes y hagan estallar a esos
malditos tanques!!
Todos los soldados empezaron a avanzar, el miedo era
evidente en sus rostros, pero de algo estaban seguros, no morirían en vano.
Yo me ubiqué
junto al Sargento Moody en una pequeña calle del pueblo, estábamos seguros de
que allí derribaríamos a gran parte de los alemanes, pero estando allí sin
saberlo cinco soldados alemanes se ubicaban a nuestras espaldas listos para
disparar, el Sargento se percató de ello, dio media vuelta y me grito: ¡¡Evans
al suelo.!! Pero en cuestión de segundos lo vi morir, las balas atravesaban su
cuerpo… en ese momento entre en total desenfreno, me levanté corrí hacia donde
estaban los malditos nazis, y sin importar mi vida los flanqueé, uno de ellos
esperaba que yo reaccionara así y por eso se había ubicado en lo alto de una
casa, sólo escuché el disparo, el maldito hiriéndome en una pierna desde lo
alto de ese techo se reía.
En ese
momento pensé que hasta allí viviría, que ese sería mi última mañana y que
sería la última vez que vería el amanecer; en ese momento uno de los soldados
me vio derribado le señalé donde estaba el enemigo y el con tiro certero mató
al alemán.
El soldado
corrió a ayudarme, me vendó la pierna y continué, yo tomé el arma del Sargento
y me dispuse a matar a cualquiera que se cruzara en mi camino, la orden que se
me había dado era destruir los tanques y hacer estallar los cuarteles nazi.
De repente, el Capitán recibió una
llamada, era el Mayor Wolf quien estaba pidiendo permiso para unirse a la
misión, el capitán aceptó, Wolf dijo que el llegaría con refuerzos, ya que
nuestra compañía estaba desertando, hasta entonces deberíamos contener a los
alemanes en un perímetro alejados de nosotros.
Pasaron tres
extenuantes horas hasta que por fin llegaron los refuerzos junto con el Mayor
Wolf, me dio gusto volver a ver mi amigo
después de tanto tiempo, él y yo tomamos la misión que no pude completar con el
Sargento Moody. Eso es parte de lo que hasta entonces había vivido el Soldado.
Creo que
ahora continuaré con el relato de esta historia.
Martin
seguiría las órdenes que yo le daría, al verlo con una pierna casi rota le dije
que abandonara la misión, pero él me respondió:
—Ja ja ja ja… Wolf, amigo mío, ¿No crees que es algo
tarde para eso? El que tenga una pierna vendada no significa que todo haya
terminado para mí, esto apenas empieza.
Yo le dije:
—¡¡Bueno, en marcha!!
Y así Martin y yo nos dirigíamos hacia el centro de toda
la catástrofe, pronto nos vimos frente a las balas enemigas, sin poder movernos
sólo cubiertos por una pared estábamos expuestos a un ataque.
Rápidamente,
pedí fuego de cobertura para poder pasar entre el fuego enemigo, los muchachos
lo hicieron, pudimos pasar, ya estando cerca de los cuarteles una bala perdida
destrozó mi antebrazo derecho, yo caí, Martin intentó ayudarme; pero era poco
lo que podía hacer, con fuerzas me puse de pie y logramos entrar a los
cuarteles, allí dentro nos esperaba un arsenal completo, pero solo había un
objetivo destruir toda esa base y nuestra misión sería toda un éxito. Estando
adentro Martin tomó por sorpresa al soldado que custodiaba la entrada y lo
asesinó.
Dentro un
soldado alemán había estado viendo todos nuestros movimientos y aviso a los
demás. Escuché un disparo, a Evans le habían herido en el hombro, yo traté de
cubrirlo, pero él a pesar de todo se levantó caminó y disparó contra los nazis,
yo tan sólo con una mano apenas podía controlar el arma. Evans cargaba unas
cuantas granadas, tomó dos y las arrojó hacia donde estaban esos alemanes,
ellos murieron, teníamos el camino libre.
Estando a
sólo metros de nuestro objetivo, Evans se adelantó sin saber el riesgo que
afrontaba; yo le cubría la espalda, la puerta donde estaban encerrados los
alemanes estada cerrada, Martin la pateó y disparando contra los alemanes que
allí estaban… entró, unos soldados alemanes se cubrieron y dispararon contra
nosotros hirieron de gravedad a Evans también me dispararon en una pierna, yo
caí, logré arrastrarme y ponerme a salvo, no así Evans que aún permanecía en
medio del fuego enemigo y herido de gravedad; Evans desde donde estaba me
gritó:
— ¡¡Wolf, huye de aquí!!— Yo me encargo de esto.
—¡¡Evans, maldición, sal de allí ¡!—Yo le respondí.
Me
sorprendió que Evans aún mal herido, se puso de pie, ese era el corazón de un
soldado dispuesto a dar la vida por su nación… yo corrí a auxiliarlo, me arrojé
hacia donde estaba tirado, logró pararse en ese instante lo esperaba un
fusilero que apuntándole le disparó en el pecho; estaba seguro de que Evans no
resistiría mucho, pero aun así logro disparar su arma yo trate de cubrirlo,
pero eran demasiados, también me hirieron.
De repente vi a Evans tirado en el suelo con una de las
bombas que debíamos colocar en ese cuarto; él me dijo:
— ¡¡.Wolf, huye de aquí!!
Solo vi
cuando le quitó el seguro a la bomba solo tenía unos minutos, yo salí como
pude, de repente. el fuerte estallido de la bomba me arrojó a metros de
distancia, me encontraba aturdido por el sonido.
Todo estaba hecho, gracias a Evans pudimos culminar con
éxito nuestra misión; recuerdo las últimas palabras de Evans hacia mí antes de
entrar a la misión, me dijo:
— Wolf, hoy será el mejor día, ya verás que saldremos
victoriosos de esto.
Así, al
final de ese día, lamentaba la pérdida de mi mejor amigo, pero me demostró que
vale más mantener una buena amistad antes que perderla. Ese soldado demostró
que sin importar la circunstancia honraría a su patria.
Esta fue la historia de
un soldado sin igual. El soldado Martin Evans.